Opina Dominique :
-Quién fue la Amada Inmortal? A quién amó Beethoven tan apasionadamente? He aquí una pregunta sobre la cual se ha volcado mucha tinta en casi dos siglos. Y esta pregunta sigue estando vigente hoy día, ya que muchos artículos y libros son aun publicados acerca del tema.
Y es cierto, que nada va a apartar a los investigadores y académicos de este enigma
Es bastante sorprendente ver cuanta reflexión y especulaciones ha provocado esta carta. Las candidatas propuestas, como revelando la identidad de esta mujer misteriosa son muy numerosas, en realidad demasiado numerosas para un solo hombre!
Es igualmente curioso ver como los teóricos se dividen en dos grupos claramente definidos en relación a su hipótesis acerca de la Amada Inmortal: Los ingleses y estadounidenses, se encuentran mayoritariamente a favor de la teoría que sostiene a Antonie Brentano, mientras que los alemanes, franceses y otros europeos, apoyan decididamente a Josephine von Brunswik.
De cualquier modo, si algún día este gran misterio se develara, por medio de una prueba irrefutable, ¿haría ese hecho que nuestra apreciación de la obra de Beethoven, y del hombre mismo, cambiara?
Teniendo esto en mente, las preguntas de ciertos investigadores, me dejan pensando:
-conoció una, muchas, o ninguna mujer?
-¿podría el Beethoven que conocemos haber sido el amante de una mujer casada, o bien de la esposa de un buen amigo suyo, o era un hombre tan virtuoso y rígido como muchos creen?
-¿podría tener algún hijo, nacido de su amor por esta mujer?, ¿podría haber, en algún lado, descendientes del gran Beethoven, que inclusive fueran ignorantes de sus orígenes?
También, me intriga el hecho de que la carta fuera encontrada entre las posesiones de Beethoven. La mandó alguna vez? Y si no la mando, ¿por qué? ¿Habrá sido devuelta? Y, ¿por qué la conservó tantos años? Esta misma pregunta sirve también para el Testamento de Heiligenstadt, encontrado en el mismo lugar. Estamos en presencia de un hombre desesperado, escribiendo su testamento final, el planea poner fin a sus días. Al final no lo hace –por fidelidad a la música—pero mantiene este grito desesperado guardado en un cajón secreto por 25 años, junto a la carta a su por siempre amada….
Beethoven, no ha terminado aun de sorprendernos, encantarnos, fascinarnos.
Ludwig van Beethoven se mantuvo soltero toda su vida.
La Amada Inmortal, puede descansar tranquila, su secreto fue bien guardado.
Yo tengo también alguna opinión más:
En general acuerdo con Dom acerca de la mayor parte de los puntos por él mencionado. De cualquier forma, me parece que la pregunta acerca del porqué de que tanta tinta se haya vertido especulando sobre la identidad de la mujer amada por Beethoven, creo que este asunto está íntimamente relacionado con la obsesión, común desde su muerte, de poder descubrir cuál era el secreto de su genio. Es interesante recordar en este punto, que se le hizo una autopsia muy cuidadosa, con descripciones meticulosas acerca de las características y apariencia de sus órganos internos. Por ejemplo, se midió, pesó, describió obsesivamente la apariencia de su cerebro. (con resultados interesantes, vale la pena comentarlo). A los muchos años de su muerte fue exhumado dos veces, su cráneo se volvió a medir, en tamaño, circunferencia, ancho del hueso etc. Es como si realmente existiera en aquellos hombres la esperanza de encontrar, alguna clase de clave, que les permitiera comprender la magnitud del hombre que había creado aquella música, y había vivido con tanta intensidad.
Era evidente que estaban buscando en el lugar inadecuado. El arte, siempre se encuentra mas allá de lo físico, es algo relacionado con el espíritu, con la Divinidad. Dicho sea de paso, la relación de nuestro músico con la Dios fue muy estrecha, como se puede leer, y escuchar en tantos momentos.…
Me parece que el enigma de la Amada Inmortal, es un fenómeno de esa clase. Es como buscar algo, otra vez, en el lugar equivocado. Es como si sabiendo que clase de mujer lo amo, y fue amada por el, algo del misterio de su espíritu enorme nos pudiera ser finalmente develado.
Personalmente, si tengo que dar mi opinión acerca de identidades, entonces, diría que creo posible que haya sido Josephine la amada, especialmente porque la relación entre ambos, tenía el tono requerido. Sus cartas de amor tenían mucho en común con la famosa carta, y ella era una mujer culta, musical, y muy bella. Es posible que la relación entre ellos finalmente imposible por las restricciones de la época, haya retrocedido hasta un plano de espiritualidad, --que Josephine menciona en una misteriosa carta dirigida a un misterioso destinatario, en el año 1818—.
Pensar que un hombre con la sinceridad de Beethoven podría mantener una relación con la mujer de un amigo, compartir el techo con ella y su esposo a los pocos días de haber escrito tamaña carta, es realmente no haber leído nunca sus cartas, sus diarios, sus pensamientos morales. El consideraría tal acto de un deshonor impensable. Por lo tanto la tesis Norteamericana de la Amada es completamente inaceptable psicológicamente. Digamos, el personaje no permite tal opción.
De cualquier forma, lo que es cierto mas allá de toda duda, es que el compositor amo mucho a una mujer, y la amó durante mucho tiempo. Este amor se escucha a través de tantas obras musicales, de alegría vibrante, de tantos adagios apasionados, de tantos sones dolorosos, de tantas melodías cargadas de tristeza y remembranza.
Y acá vuelvo a estar de acuerdo con mi amigo francés: de alguna manera me alegro tanto de que con toda la investigación invertida en este enigma, nuestra cultura no haya podido develar este misterio particular. Lamentablemente, creo que solamente convertiría una historia de amor, hermosa y triste, en alguna sórdida telenovela mediática.
Y como bien sabemos todos los que admiramos y amamos tanto a Beethoven y a su música, nada de eso seria digno de el, o del legado maravilloso que nos ha dejado. Por lo tanto, admirémoslo otra vez, por su sagacidad e inteligencia, que ha dejado a varias generaciones –y algunas por venir seguramente—deseando poder abrir sus secretos infructuosamente.
Bravo, Maestro!
Cristina Barbieri |